Amiga: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amiga para hablar entre mujeres,
que es el único modo de hablar de un querer.
Ese hombre es tuyo, pero también es mío.
Si es más mío que tuyo, lo saben el y
Dios. Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quiso,
aunque quizá mañana nos olvide a las dos.
Ya ves, ahora es de noche. Yo te llamo mi amiga;
yo, que aprendí a estar sola para quererle más;
y el, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no le despertarás.
Quédate tú con el. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa